jueves, 4 de noviembre de 2010

Casa Gilda

Paseando distraídamente mientras charlábamos de cuestiones laborales por la calle Caballero de Gracia, fuimos abordados por una simpática camarera caribeña que trataba de liarnos contándonos las excelencias del menú de su local. Su trabajada introducción, junto con un precio muy sugerente (ocho euros) nos convencieron para hacer parada y fonda en este céntrico local entre Alcalá y Gran Vía.



El local está limpio y blillante como si lo acabaran de abrir. La barra muestra numerosas bandejas de pinchos de apetitoso aspecto, lo que nos hizo demorar la comida para saborear una fría cañita de Mahou clásica con un estupendo y abundante pincho de morcilla con piñones y sus dos trozos de pan. No podía empezar la comida de mejor manera.


Cuando terminamos la caña ya nos tenían preparada nuestra mesa en un recogido saloncito convenientemente provisto de espejos en las paredes para crear sensación de mayor amplitud. Momento perfecto para visitar los baños y contar a nuestros queridos lectores nuestras impresiones sobre tan importante lugar. Detectores de presencia para luces automáticas, curioso grifo de agua con interruptor (como los antiguos de la luz), aromático jabón y papel suave hacen de los servicios de este local un tránsito de grato recuerdo.


Frasca de vino, casera, trozos de pan muy rico y un par de cubitos de hielo en las copas. Nos encantas los buenos preliminares... ¿A quién no?


Primeros: Tagliarines al Alfredo (sic) y Pisto con huevo
Segundos: Rabo de toro (x2)
Postres: Helado de queso de cabra y Manzana



Las cantidades, a primera vista, parecen escasas, aunque la realidad es que al final de la comida te das cuenta de que son justas (que no es lo mismo), lo cual es bueno para no salir con esa pesada sensación de "joder, qué lleno estoy". No es lo mismo salir a cenar un día especial que la comida del día a día.


El rabo de toro estaba superior, lo que nos hizo pedir una nueva ración de pan para mojar como posesos la rica salsa del plato. "Que le pongan salsa, pa mojá pa mojá".
La comida tuvo un triste epílogo: los postres. El helado de tan lustroso nombre se desinfló rápidamente. Otro tanto ocurrió con una manzana más pensada para asar que para comer.


En definitiva, un buen lugar para comer por ocho euros, precio nada habitual en pleno centro de Madrid. Sensación de panza satisfecha a pesar de la primera impresión de raciones cortas y de dejar el postre a medias. ¡Buen provecho!

Precio: 8 €
Calificación: Aprobado alto



Ver mapa más grande

No hay comentarios:

Publicar un comentario